el momento pasillo, eso nadie me lo contó

Cuánto tiempo sin estar por aquí. Lo reconozco no escribo habitualmente, solo cuando algo me ronda por la cabeza y necesito contar lo que siento. Y hoy me apetecía especialmente sentarme y encontrarme conmigo, con mi vida, y contigo.

María sigue creciendo, a lo alto y en sabiduría, nos regala momentos únicos y que ojalá pudiera congelar, está siendo una verdadera delicia descubrir por dentro y por fuera a la pequeña guerrera que llegó para transformar nuestra vida entera. Es sencilla, divertida, sensible y delicada, no tiene prisa ninguna y yo solo aprendo de ella más de lo que jamás hubiera imaginado. Yo que por naturaleza soy impulsiva y voy corriendo por la vida metiéndome en dos mil fregaos a la vez, ella es mi complemento perfecto, me frena y cada día me recuerda que no hay que tener prisa en la vida, que todo tiene un ritmo y aunque este a veces choque con el mundo hay que hacer verdaderos esfuerzos por respetarlo.

Cuando María llegó mi marido y yo llevábamos casados casi ocho años, y otros tres de noviazgo. El otro día estábamos en casa y ella jugaba en silencio en su habitación. paré de hacer lo que estaba haciendo y escuché el silencio de mi casa ¿Os ha pasado que a veces una sensación te lleva a un recuerdo? A mi me pasó el otro día, ese silencio me trajo el dulce recuerdo de la espera, solos, el y yo. Con ella en el corazón pero sin ella entre los brazos. Solos. Por unos segundos me acordé de cuando no estaba ella, de cuando pensábamos,planeábamos, soñábamos y esperábamos, y sabéis qué? Me hizo sonreír. Luego fui sin hacer mucho ruido a su habitación a observarla calladita jugando con sus juguetes y me emocioné. cuántas cosas han tenido que pasar para que este milagro sucediera y cuando ocurrió… ¿Que pasa cuando ocurrió? pocas veces se habla de esto, hablamos de emociones, de encuentros, alegrías, cambio por completo de nuestra vida, pero… ¿Y nosotros?

Voy a ser sincera, porque creo que debo serlo y porque a mi me hubiera gustado que alguien me hubiera avisado de lo que iba a venir después del momento más deseado y me hubiera dicho que es normal, que no pasa nada, que a todos nos pasa. Cuando llega un hijo a nuestra vida, y cuando se ha esperado tanto tiempo pues todo cambia, llega una tercera personita que necesita de nuestra dedicación al completo y si a esto le sumamos las ganas inmensas de querer, abrazar, cuidar, pues la cosa cambia más. Ocho años solos, ocho años intensos de compartir MUCHO, de ir de la mano, de tirarse por precipicios juntos y escalar grandes montañas. de risas, pasión sin medida, escapadas sin grandes planificaciones, de sufrimientos compartidos, de lágrimas y lagrimones, de sofocos y miedos, ocho años de aprendizaje, de descubrimiento y de mucho, mucho amor. y entonces llega lo más deseado y los primeros meses sigues embobado dándote pellizcos para asegurarte de que no es un sueño, pero ¿y luego?

Pues luego un día te cruzas en pasillo con él y de repente dices ¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Dónde estamos nosotros y qué ha pasado? Y el miedo se cuela en lo más profundo del corazón. Sin querer nos hemos olvidado. Quizás suene fuerte o no os haya pasado pero a nosotros sí nos pasó, de repente llegó la primera crisis y no es por que nos hayamos dejado de querer, es que no se lo que siento o historias de esas no, tampoco son enfados continuados, sencillamente porque hemos alcanzado aquello que tanto soñábamos y donde estaba tanta energía concentrada que la atención en este sueño ha diluido delicadamente el resto.

Pero oye de esto no se suele hablar. Yo oigo conversaciones de pañales, noches sin dormir, pedorretas gracietas de ya dice ajo ajo la leche que toma o las tomas de pecho que demanda, pero ¿Y la pareja?

Como os cuento, nosotros también tuvimos este momento pasillo «quién eres tú y qué haces en mi casa» Los padres que esperan, tanto tantísimo, que han estado muchos meses y años yendo a cursos de apego, vinculación, emociones, resiliencia, revelación de la adopción, orígenes etc etc etc deberíamos de entre las charlas haber incluido la del momento pasillo que estoy segura, ahora lo sé, que tiene que llegar. porque ¿qué hacemos con todo ese tiempo intenso, intensísimo JUNTOS, yendo a una,  necesitándonos el al otro día a día, buscando soluciones JUNTOS, contando la vida a profesionales JUNTOS, defendiendo a muerte nuestra postura JUNTOS, y llegando a la cima JUNTOS? ¿Por qué no incluyeron en taaaaaaaanta formación lo que nos iba a pasar? Quizás alguna pensará que soy exagerada, que no es Para taNto, que tanto tiempo deseándolo y ahora a quejarnos por otro asunto, supongo que habrá quien lo piense, es normal, yo también me hice esta reflexión ¿Pero qué pasa ahora Marta? PUES SENCILLAMENTE NO-PA-SA-NA-DA. Un cambio radical en nuestra vida, en nuestro funcionamiento del sistema familiar, un giro de 180 grados, un deseo alcanzado, como cuando llegas a una meta después de una maratón (esto me lo han contado claro jeje) que solo puedes concentrarte en respirar y que no flaqueen tus piernas del cansancio.

Así que por si a alguien le ayuda, después de todo este rollo que me ronda en la cabeza me gustaría poner mis ingredientes para que la receta salga requetebien, porque el postre… el postre son ellos, los hijos, el buen sabor de boca, el que no te pierdes nunca aunque estés lleno llenito, el que entre café y postre decides postre y luego te pagas el café, os suena verdad? pues allí van mis ingredientes:

  1. Tranquilidad: Respira, el momento pasillo aunque no se cuente EXISTE, y pasa (pasa si quieres que pase claro). Y la buena noticia es que  NO-PA-SA-NA-DA. es una crisis pero de esas se sale siempre mucho más fuerte.
  2. Hablarlo. Si sientes miedo, dilo. Si le necesitas, dilo, si tienes que insistir en esto insiste, de eso sabemos un rato. No hace falta estar todos los días hablando de lo mismo tampoco es bueno obsesionarse pero en el momento en el que identifiques que algo está pasando.. no tardes mucho en haceros la pregunta ¿Quienes somos?
  3. No busques culpables, nadie es culpable, mucho menos nuestro sueño. Recuerda el punto 1, ese momento pasa y cuando llega hay que decirle HOLA y avanzar.
  4. Recordar la espera,  alguna escapada especial que te haga sentir esas cosquillas de nuevo, las payasadas que TODOS tenemos y que jamás contaremos pero que solo sabéis tú y él. O ella y tú. HAZLA, quítate la vergüenza y adelante ¡Sois los mismos!
  5. Busca canguro, alguien en quien confíes y que puedas ser más libre de lo normal, pagas y no hay prisas. Págate una cena, porque dejarla a dormir……. eso en el momento pasillo quizás es mucho pedir pero si quieres apostar pero bien, reserva un sitio o deja la niña en casa de los abuelos, defiende vuestro lugar.
  6. Y a mi el que me va genial es acostarla a las ocho y media como tardíiiisimo, ella descansa y nosotros tenemos un buen rato para el silencio del que hablábamos al principio del post.
  7. Enamórate MAS. Obsérvale haciendo cosas del día a día, duchando a tu hijo o hija, peinándole o al menos intentándolo (hablo por mi jeje) contándole un cuento, calmándole en un momento de llanto, observando como cuenta hasta diez…
  8. Y sobre todo sobre todo, tira hacia adelante, pedir perdón es SANADOR, es volver a empezar con todo lo aprendido, ten claro que nuestro sueño nos mirará, nos observará y nos imitará.

Ya han pasado tres años casi desde que María llegó a nuestra vida y nosotros no sabemos hacer otra cosa que aprender e ir de la mano a todos los sitios. Incluso en el pasillo. Ya sabes, si te ocurre a ti estás de suerte, de nuevo una oportunidad para luchar y crecer ¿Te suena?

 

buenas noches familia.  Aquí os dejo una foto de jovenzuelos, del 2012, no lo sabíamos pero nuestra hija ya estaba en camino…

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Gracias por estar aquí,

y a tí, compañero de pasillo, chorradas varias, enfados, risas y momentos, muchos momentos. No te puedo querer más.

Dulces sueños, sin releer le doy a Publicar…